martes, 25 de diciembre de 2007

Navidad: el nacimiento de... ¿quién?

¡Navidad! otra vez esa época del año, tan especial y mágica, que hasta se respira en el aire. No, es neta, o por lo menos lo es de acuerdo a un compa que cada año dice la misma mamada, y a quien cada año le echamos carrilla por eso.

Pero esta festividad no siempre ha sido la celebración tradicional, bonita, comercial y rutinaria que conocemos. Hubo un tiempo en que la Navidad era algo completamente diferente. Ni siquiera se celebraba el 25 de diciembre. Es más, ni siquiera se celebraba.

En los primeros tiempos de la Cristiandad, pues la neta es que esta religión no tenía muchos fanáticos, y la Iglesia naturalmente buscó formas de aumentar sus afiliados. ¿Y cuál es una de las cosas que puedes hacer cuándo no tienes mucha popularidad? Pues colgarte de la fama de alguien más, claro: es por ello que Constantino I, el primer Emperador cristiano de Roma, declaró que a partir de su imperio y por sus purititos huevos (carajo, pues era el Emperador de Roma, no es que tuviera que pedirle permiso a alguien), el nacimiento de Cristo se celebraría el 25 de diciembre.

Constantino I, el padre de la Navidad, visto aquí bien padrote

Pero, ¿por qué el 25 de diciembre? pues porque ese día los romanos celebraban una de sus fiestas (¡paganas!) más populares, el Dies Natali Solis Invicti, lo que puede traducirse más o menos como el "Día del Nacimiento del Invencible Dios del Sol", el cual es también oficialmente el nombre más poca madre para un día festivo de todos los tiempos.

¿Se imaginan si le hubieran dejado así? En lugar de celebrar arrullando al niño Jesús y esperando al diabético de Santa y sus pinches venados dopados, estaríamos adorando al Indestructible Dios del Sol de tu preferencia (sí, porque la fiesta lo permitía), quien cruzaría el cielo a bordo de una carroza solar tirada por caballos solares, básicamente mostrándole al mundo que es invencible.

El Sol Invictus padroteando

O por ejemplo, en lugar de tenerse que chutarse cada año una o varias de las tres mil millones de versiones de un Cuento de Navidad (ese del viejo codo y los tres fantasmas de la Navidad), los escuincles se deleitarían escuchando la historia de Los Tres Espíritus del Sol Invicto, el cual es un nombre tan igualmente chingón e inspirador que deberían hacer una película con Will Smith, Keanu Reeves y Kristoff en el papel de los tres fantasmas, con el viejito cabrón de Saw como el Scrooge ruco, Hugo Weaving como éste cuando estaba más chavo, el vato de Harry Potter como el pequeño Timmy y finalmente Scarlett Johansson, Natalie Portman y Lindsay Lohan en algún papel, no importa cuál, con tal de que salgan y mucho. La trama giraría alrededor del malévolo plan del Scrooge para conquistar el mundo el 25 de diciembre gracias a una conjunción astrónomica entre el Sol, Júpiter, Titán y el Planeta de los Simios que no se repetirá en chingomil años, por lo que nuestros héroes deben recuperar la Piedra del Sol de las manos de Scrooge y liberar sus poderes secretos es que quieren salvar la Navidad, en una aventura que incluye acción, romance, madrazos, balazos, viajes en el tiempo y muchos efectos por computadora.

Es más, es probable que en este mismo instante George Lucas/Steven Spielberg/Harrison Ford se estén robando la idea para la próxima película de Indiana Jones.

Imagen promocional de Indiana Jones y la Piedra del Sol Invicto. Creo.

O también Harry Potter y el Invencible Dios del Sol. Las posibilidades son infinitas. Chale, creo que mejor llevo esto ante los vatos de Derecho de Autor.

¡Feliz Dies Natali Solis Invicti!

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